jueves, 8 de enero de 2009



La fiebre de un sábado azul y un domingo sin tristezas. Esquivás a tu corazón y destrozás tu cabeza, y en tu voz, sólo un pálido adiós y el reloj en tu puño marcó las tres. El sueño de un sol y de un mar y una vida peligrosa, camibiando lo amargo por miel y la gris ciudad por rosas te hace bien, tanto como hace mal. Te hace odiar, tanto como querer y más. Cambiaste de tiempo y de amor y de música y de ideas. Cambiaste de sexo y de Dios, de color y de fronteras pero en sí, nada más cambiarás y un sensual abandono vendrá y el fin. Y llevás el caño a tu sien, apretando bien las muelas y cierras los ojos y ves todo el mar en primavera. Bang, bang

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